Algunos ejemplos de daño (tomados de Rodríguez, 2007) que pueden aplicar al ejercicio de caracterización son: empeorar las divisiones entre grupos en conflicto cuando involuntariamente se toma partido por uno de los lados.
Realizar reuniones conjuntas entre las partes del conflicto y exacerbar situaciones de descontento, amenazas de desintegración o reforzar prejuicios o divisiones, lo cual contrasta con la creencia de que “sólo por reunir a la gente, se nivela el campo de juego y que está lejos de ocurrir en conflictos marcados por profundas desequilibrios de poder”. También podría causarse daño sobre la identidad e individualidad de las personas cuando quedan con la sensación de ser usados para ser interrogados, observados e invadidos en su intimidad.
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